Sin temer ni controlar, entre fieras y ángeles (Mc 1,12) 獣と天使と仲良くして…

  マルコ1,12 では野生動物と御使いに囲まれているイエスの姿が象徴的にえがかれている。

  「野のけものと一緒におり、御使いたちがイエスに仕えていた」と。
 
   この場面はいざや116-9を連想させる。「狼は子羊とともに宿る…」。

   天と地と人間の調和…

   ありのままの現実を受け止める子供なら狼を見てもこわがらないし御使いに仕えてもらってもおごらない。恐怖と驕りにとらわれるとあるがままの現実が見えなくなり、獣が脅かしのようにとらえられ、み使いが奴隷のようにみえる。その巨富と驕りから攻撃性が引き起こされる。

   Dice Marcos que el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Pero ¿no estaba ya en el desierto? ¿No había salido de Nazaret para irse al Jordán? Ahora hacia donde parece empujarle es hacia Galilea, hacia la sociedad en la que Jesús se va a poner de parte de quienes están a la intemperie y se quedará él mismo a la intemperie: ese es su desierto, en el que le desafiará la tentación de optar por el poder.

   Pero no caerá en esa tentación y será víctima de los poderes que no toleran a quien se pone de parte de los sin voz y sin poder.

   La escena de Jesús, el hombre rodeado de bestias y ángeles, evoca el paisaje de armonía ideal con la naturaleza en Isaías 11, 6: el niño jugando con la serpiente y el cordero con el lobo.

   La psicoanalista Dolto detectaba en estas escenas evangélicas profundidades de análisis del inconsciente.

   Si nos viéramos rodeados de fieras nos daría miedo. Si nos sirvieran los ángeles nos lo creeríamos. El miedo nos haría percibir a las primeras como amenaza; la presunción nos haría percibir a los segundos como esclavos. Surge así la reacción agresiva y dominante.

   Pero si se perciben fieras y ángeles tal cual son, ni más ni menos, ni la fiera amenaza、 ni nos creemos con derecho a que nos sirvan los ángeles.

   Jesús, ante la realidad tal cual, ni teme ni domina, ni huye de ella ni la controla, la deja ser y se deja ser, no está “ante la realidad”, sino “en la realidad”.

Es la realización de lo humano como animal de realidades, capaz de situarse desde sí ante la realidad y sentirse responsable de dejarla que sea y dejarse ser en ella.

Lo impide la doble tentación del miedo a la realidad y de afirmarse a míismo frente a la realidad pretendiendo controlarla y dominarla.

Ciertamente la tentación no es el sexo, sino el poder. Satán no es la carne, sino la voluntad de poder y el miedo a salir de sí...