24th Sunday 7, X-13: The way of the cross vs. the way of power

(Japanese)

『サタン、引き下がれ』

(English)

Get out of my sight, Satan

(Spanish)

Apártate de mi vista, Satanás

(Japanese)
エスは強い言葉でペトロを叱る。
サタンとは「試みる者、誘う者、誘惑に陥れる者」と言う意味です。
ペトロはイエスに権力の道を歩むように勧めたいのですが、イエスは十字架に付けられる覚悟で権力の道を選ばないのです。

2千年の教会の歴史を振り返ると、反省させられます。
権力の道を選び、この世の権力に頼ろうとした教会は,ペトロのようにイエスから「サタン」と呼ばれるに違いありません。そこに私はローマの聖ペトロ広場や聖ペトロ大聖堂(権力の記念碑!!!)で祈れないゆえんがあります。

(English) 

Jesus addresses Peter as “Satan”. That is quite strong. Jesus rebukes Peter. Peter refused to accept that the way of the cross could possibly be the way of God. Peter was tempting Jesus to assume a politically powerful messianic role. Peter was regarding things from a human point of view. Ironically enough, Peter, “The Rock”, becomes a “stumbling block”. Many times in history the Church has become a stumbling block. If the Church chooses the “way of power”, Jesus will address the Church as Satan: Get out of sight

(Spanish)

La frase es fuerte. Jesús llama “Satanás” a Pedro. Pedro quería apartar a Jesús de su camino, le recomendaba que se hiciera con el poder.

¿Se imaginan a los dirigentes eclesiásticos recibiendo de mañana un e-mail venido del cielo que dijera: “Apartáos de mí, Satanases”?. No sería raro que llegase ese mensaje cada vez que la cohabitación de la iglesia institucional con los poderes de este mundo aleja al pueblo de la fe.

Cuando buscamos poder, influencia, prestigio y dominación, no vamos por la línea del movimiento de las redes que inició Jesús: no de poder, sino de servicio.

La tentación (Mc 1,13) para Jesús era tomar el poder, presumiendo de ser el “santo de Dios” (Mc 1, 24; 3,11), imponerse con un signo en el cielo (Mc 8,11) o bajarse de la cruz (Mc 15, 30). Pero Jesús no cae en esa tentación. El camino que recomienda a los de su movimiento de las redes no es el del poder. “Sabéis que los que figuran como jefes de las naciones las dominan, y que sus grandes les imponen su autoridad. No ha de ser así entre vosotros.” (Mc 10, 42-43).

Marcos dice “Satán”. Satán no es el diablo, sino la tentación, que está dentro de uno mismo. Al comentar este texto interpretando Satán como “el demonio” (a quien culpar del mal y la tentación), se le quita la fuerza al símbolo del mal y se lo convierte en un personaje maligno exterior al que hay que expulsar con la trampa de los exorcismos.

Hay creyentes que piensan que creer en demonios e infiernos es parte del Credo. No, el mal está en la ambigüedad interior de cada uno de nosotros. La tentación, individual y comunitariamente, no viene de un personaje satánico. La tentación es el poder. Y en esa tentación cae una y otra vez la iglesia a lo largo de su historia. Por eso nos cuesta orar en la basílica de san Pedro y nos escapamos a las catacumbas, a recuperar la fe que se debilita con Miguel Ángel y Bernini.